Todo estaba listo saldría de
viaje con mis primos (incluyéndote a ti).
El mejor de los viajes, en el
cerro bailando Ramstein al lado de una fogata y tener la brillante idea de
bajar a comprar mas alcohol, todo era genial, estaba oscuro y no había gente,
todo un pueblo a las 8:00pm. Ya algo ebrios comenzaron las locuras, queríamos
prender un árbol y si que nos costó, pero nos costó apagarlo, mi abuelita se
puso histérica y nos obligo a querer apagarlo, se hizo de todo y en vano, pues
al día siguiente fue lo que nos calentó del horrible frio que se sentía por la
mentada brisa. Recuerdo que en algún momento de esta parte me dijiste que de
verdad me amabas y sin más yo lo solté, te dije lo mucho que te amaba.
Pasamos
la noche juntos helándonos y por si fuera poco la primera de las muchas tantas
veces que te miaste o me miaste mas bien dicho. ¡¡Ay mi Jaime!!
La mejor de las noches sin duda
alguna en nuestro viaje, las “grutas de tolantongo”.
Para empezar el recorrido que nos
aventamos de camión en camión, estuvo genial, de pueblo en pueblo y en el último,
consiguiendo los condones. Ya estando ahí recuerdas como nos desaparecíamos
para ir a comer sin que se dieran cuenta los demás y nuestra aventura en la
tirolesa, fue emocionante. Solo se encontraba David despierto y con ganas de embriagarse
pero nadie lo pelo, nos sentamos en un árbol y comenzaste a manosear mis bubis,
las acariciaste tan rico que la excitación ya pedía mas que un simple roce, no
nos quedaba de otra, ya no aguantábamos las ganas de hacerlo y así de la nada
terminamos cogiendo en la misma casa de campar en donde ya dormían tres de mis
primos y mi hermano; y es que son de esas cosas que se vuelven mas excitantes
por el echo de saber que corres peligro, la adrenalina confabula con la
excitación y esto se vuelve de lo mas rico y placentero, y si así fue,
increíble.
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